Llevo un tiempo, ahora que he pasado los treinta, revisionando películas que vi cuando era crío. Sobre todo son películas de los ochenta a las cuales les tengo un cariño especial ya sea porque me traen grandes recuerdos o simplemente porque me encantan por mucho que se les noten los años.
Hace unos días, coincidiendo con estas fechas, vi "Los fantasmas atacan al jefe"(1988), un film emitido hasta la saciedad por televisión el cual llevaba tiempo sin ver y practicamente no me acordaba de nada.
La película cuenta la historia de Frank Cross, un cínico productor televisivo, que odia la navidad y todo lo que le rodea. Una noche recibirá la visita de tres fantasmas que le mostraran su pasado, su presente y su futuro y le harán cambiar su concepto navideño. El argumento simplemente es una adaptación más de la inmortal obra de Charles Dickens "Cuento de Navidad" pero está vez desarrollada en el Nueva York de los ochenta.
Entre "Arma letal"(1987) y "Arma letal 2"(1989) el mítico Richard Donner, uno de los mejores directores de acción del cine de los ochenta al que le debemos películas como "La profecía"(1976), "Superman"(1978) o "Los Goonies"(1985), dirigió esta pasable comedia navideña a mayor gloria de uno de los cómicos más famosos del momento, Bill Murray, un actor que a mi personalmente me parece que está un poco pasado de rosca y del que tan solo salvaría un par de interpretaciones suyas como pueden ser "Ed Wood"(1994) o "Lost in Translation"(2004), pero que siempre será recordado por su papel como Peter Venkman en "Los Cazafantasmas"(1984). El contrapunto femenino lo pone en este caso una descafeinada Karen Allen, famosa por su papel de Marion en “En Busca del arca perdida”(1981), que no aporta nada interesante a la historia y acaba pasando sin pena ni gloria. En general el trabajo de todos los actores es bastante superficial ya que en ningún momento llegan a transmitirte nada y eso se nota en el peso de la historia.
El problema de recordar una película que vistes de pequeño es el hecho de que, probablemente, ya no te guste y te parezca un simple y llano aburrimiento. Algo así me ha pasado con esta, un humor facil, socarron y hasta en ocasiones gamberro que no acaba de enganchar ni con el personaje ni con las situaciones creando una sensación de vacío durante todo el film y por lo tanto dejándote un mal sabor de boca y traicionando mis más tiernos recuerdos.
Con esto no quiero decir que la película sea un bodrio, ni mucho menos, es un buen ejemplo del tipo de cine palomitero que se hacía en los ochenta (y del que soy fan absoluto), con efectos mecánicos y de maquillaje, en ocasiones, un tanto cutre que le daba un carisma que con la llegada del ordenador, y eso si es verdad, se ha perdido.
Uno de los aspectos más destacables del film es su música compuesta por ese duendecillo del cine llamado Danny Elfman, orquestando una partitura a base de coros al más puro estilo Tim Burton dotando al film de ese toque fantasmal/gótico que envuelve todo el relato.


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