viernes, 24 de diciembre de 2010
"Balada triste de trompeta", Payasos sin escrúpulos
Quien haya seguido la carrera de Álex de la Iglesia desde sus comienzos se habrá dado cuenta que una película donde el eje central fuera el circo y más concretamente el mundo de los payasos, tarde o temprano, estaba por llegar. Y así ha sido. Lo que quizás nadie pudiese haber esperado es que fuese un acercamiento tan trágico y tan violento a unos personajes que paradojicamente nos hacen reír.
Y esa paradoja es la que aprovecha el director vasco para construir su noveno film, "Balada triste de trompeta".
Ambientada en la época de la Guerra Civil y en el año 1973, la película narra la trágica historia de Javier, un joven payaso con un pasado bastante doloroso, en sus comienzos en un circo donde quedará enamorado por la trapecista. El problema radicará en los celos que siente el novio de esta, un violento y agresivo también payaso del mismo circo, hacia Javier.
De una forma brutal, violenta y desmesurada Álex de la Iglesia vuelve a hacer el tipo de cine que más gusta a sus condicionales tras la fallida y aburrida "Los Crímenes de Oxford"(2008), mezclando de una forma magistral humor, violencia y dramatismo.
Tras su primer visionado la película te deja en estado de shock, hacía mucho tiempo que en este país no se rodaba nada tan sumamente desvergonzado y sin importarle absolutamente nada el "que dirán", y eso es de agradecer por que muestra de una forma chulesca el hecho de que en este jodido país también se puede hacer cine de genero capaz de llenar salas y plantar cara a muchas de las bazofias que inundan nuestra cartelera.
En la carrera de De la Iglesia hay muchas referencias al mundo de los payasos desde "Muertos de risa"(1998) a "Crimen Ferpecto"(2004) o "Payasos en la lavadora" que es el título del primer libro del director vasco, por lo que no es nada de extrañar que "Balada triste de trompeta" sea la versión mas salvaje y definitiva de como el bilbaíno ve este mundo que, a mi personalmente, me parece terrorífico.
A la película no se le puede achacar ninguna carencia a lo largo de todo el metraje, Alex de la Iglesia sabe mantener el ritmo y evita caer en tiempos muertos que no hubieran venido nada bien al conjunto del largo. El guión, el primero que escribe solo, es sólido y contundente, no se anda con rodeos, lleno de diálogos secos y sinceros, capaz de hilvanar de forma sobresaliente dos épocas españolas tan diferentes como son la España de la Guerra Civil y la España de principios de los 70, gracias también a el enorme y grandioso trabajo del operador Kilo de la Rica, que dotando a la película de esa poca saturación del color, rozando el B/N ayuda a crear esa atmósfera típica del cine de terror clásico, como de todo el equipo de dirección artística y de vestuario.
Porque “Balada” es una película de terror, de terror cotidiano, de igual forma que “La Comunidad”(2001), gente corriente oculta sobre una “mascara”, en este caso la de un payaso, capaz de incluso asesinar por amor, y en este punto el film hace un claro guiño a esa obra magna del cine de terror titulada “La parada de los monstruos”(1932), todos los freaks a una (esa imagen de todo el circo andando juntos con la lluvia y en un elefante hacia la casa del veterinario no tiene precio).
Por su parte De la Iglesia se rodea, como viene siendo habitual, de todos sus actores fetiches, secundarios de lujos que ceden el protagonismo en esta ocasión a unos entregados Carlos Areces, quizas un pelín flojo y sobreactuado, y sobre todo a un bestial Antonio de la Torre, uno de los mejores actores de este país. Lo que echo en falta es más presencia interpretativa de Carolina Bang , ya que está puesta en la historia como un simple objeto de deseo y deja poco margen para una interpretación en condiciones.
Como conclusión final decir que “Balada triste de trompeta” es el “Malditos Bastardos”(2009) patrio, con un arranque demoledor al mas puro estilo “Salvar al soldado Ryan”(1998) y un final antológico cargado de FX que demuestra que en este país se puede hacer cine como en América…y sobre todo mejor.
Solo me queda decir: “Larga vida a Álex”
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Amos, anda....
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